- No sabía que usabas gafas.
- Es que no me las suelo poner, para lo que hay que ver.
- Y ahora que me tienes enfrente ¿me ves?
- Si, claro.
- Yo creo que no. ¿Y si pruebas y te pones las gafas?
- No quiero ponérmelas.
- ¿Por qué?
- Decidí un día hace tiempo que no me las volvería a poner jamás.
- Entonces no me verás nunca.
- Puede que no, pero eso es lo que decidí.
- Comprendo.
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