25 jul 2019

Sweet Trip - Conservation of Two .-

El extraño y sorprendente caso del patinete acuático, que no era acuático .-



Barcelona, parque temático para turistas, donde ninguna ordenanza municipal sobre la buena convivencia de quienes la habitan tiene pies o cabeza.

A saber, los que trabajan allí ya no pueden vivir en la ciudad, salvo que tal vez puedan costearse un apartamento por temporada a unos precios que doblan sus salarios base.

La guardia urbana, en un principio encargada de mantener el orden y la armonía en las calles, se dedica básicamente a desmantelar mafias venidas de Europa, encargadas de atemorizar y saquear a los transeúntes.

Y los transeúntes luchan no solo con el pillaje, sino también con los diversos vehículos que circulan por las calzadas, por las aceras, por las playas, por los parques y posiblemente por el cielo (pero en eso no me he fijado).

Cuando paseas por Barcelona no sabes muy bien si te va a venir una bici por la derecha o por la izquierda; un coche en contradirección; un camión en una calle peatonal muy estrecha, tan estrecha, que terminas usando como refugio un portal para no ser aplastada contra la pared mientras el camión avanza por tu lado; una moto a toda pastilla con un "patita colgante" peligrosísimo en una zona 30 o, o, o...Un patinete, pero no cualquier patinete, sino un patinete eléctrico, que alcanza una velocidad demasiado alta como para ir de pie sobre él sin miedo a perder masa encefálica, salvo tal vez por el hecho de que, quienes lo emplean de ese modo, carecen de ella.

Así es como Adela se convierte en nuestra protagonista de hoy.

Para poneros en antecedentes tenéis que saber que Adela es maestra en sus horas libres, ya que su sueldo de oficinista no le da para pagar su apartamento turístico durante la temporada alta (que incluye los meses de diciembre, enero, abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre).

Eso os lo cuento para que entendáis que es una mujer que trabaja mucho, y valora mucho, mucho, mucho sus momentos de descanso.

Pues resulta que estaba Adela a las ocho y cinco de la mañana intentando disfrutar de sus minutos de playa matutina, un día cualquiera de verano antes de que la horda de alcoholismo y diversión anegara las olas con vasos de plástico y música reguetón. Cuando, saliendo de su baño, escuchó a lo lejos un sonido atronador y poco reconocible. Un ruido parecido al previo a una tormenta, pero como proveniente del suelo.

Adela miró hacia arriba y no había nubes, miró hacia el frente y no vio nada, miró hacia el mar y estaba en calma, el sonido continuó cada vez más cercano, hasta que entendió la dirección de la que provenía. La colina, la colina que separa su playa de la playa anterior, y que tiene una especie de travesaños de madera que conectan una con otra, que ya nadie utiliza, porque están francamente muy deteriorados. Algo que saben todos lo habituales de la zona salvo los neo-llegados.

Entiéndase por neo-llegados no solo a los visitantes estacionales, sino también a los que, tras equis años en la ciudad, y habiendo agotado ya su zona de influencia y adyacentes, pasan a invadir nuevas zonas, hasta entonces tranquilas y casi despobladas.

Este neo-llegado además era de los que circulaban en el nuevo transporte ridículo de moda, un patinete eléctrico que hasta estando cuesta abajo tienes que llevar encendido para que ruede (eso es ahorro), y bajaba por la colina hacia la playa a tal velocidad, que los peldaños de madera se iban descomponiendo según los atravesaba.

Llegó abajo del todo con un grito entusiasta, no sabemos bien si por haber llegado a la playa, o por haber sobrevivido a la bajada, y encaró hacia la orilla.

En ese momento Adela se acordó: de cuando sus padres la regañaban cuando no comía bien, porque entonces no se haría fuerte y sana para encarar su prometedora vida adulta, de cómo terminó la carrera con grandes esfuerzos para que sus padres no se preocuparan de su capacidad de encarar su prometedora vida adulta, de los cinco curros que dejó antes de entrar en la oficina viendo que no tenían nada que ver con su prometedora vida adulta, y de su ex, al que no tenía en gran aprecio, pero que sufrió una lesión de cadera gracias a que un niñato con patinete le arroyó al salir de casa y por lo que sea, eso le llevó a perder su trabajo, su casa y su prometedora vida adulta también, pobrecito.

Adela, tras salir del agua, llegó a la pasarela para acceder a las duchas del paseo, al tiempo que el neo-llegado entusiasta, venía en dirección playa por la pasarela en su patín:

Aunque ya hay muchas personas preocupadas por este hecho, aún no se han realizado estudios que lo expliquen, pero lo cierto es que las personas que utilizan los patinetes eléctricos, por algún extraño motivo no caminan. No es que no puedan caminar, es que han olvidado cómo hacerlo y todos sus desplazamientos los hacen en patín. Vayan donde vayan, van en patín. Muchos creen que en casa también van en patín al baño (todo puede ser en la era postindustrial).

—¡Cuidado Señora!—gritó el joven, que tampoco debía de ser tan joven, tal vez cinco o diez años menos que Adela, pero con ese transporte infantil se permitía llamar "Señora" a cualquiera, sin mirar más allá.

Hay cosas que una mujer puede llegar a asumir a lo largo de su vida como el hecho de que cobrará menos que un hombre, o que sin un hombre al lado sus posibilidades de tener una vida acomodada son menores. Una mujer puede llegar a amar su cuerpo cuando este empieza a hincharse con los años, y aceptar tener los pechos oprimidos por un sostén todo el puñetero día ya sea verano o invierno, pero lo de que te llamen Señora, eso de Señora...es más difícil de asumir, pasen los años que pasen.

Fue entonces que Adela, que según caminaba, metía su pareo en el capazo, accidentalmente topó con la crema solar en el fondo del mismo, y sin pensarlo demasiado la sacó, abrió el bote con un toque pulgar muy estilo "Duelo al Sol" y dirigiéndolo abierto hacia la pasarela lo estrujó, lo estrujó mucho, lo estrujó tanto, que la madera quedó cubierta de crema solar y eso...resbala un montón.

Dejó pasar al neo-llegado, y se giró para ver con calma, cómo el patín se deslizaba veloz hacia el agua, cómo encallaba el patín al llegar al arena y cómo el hombre voló, voló mucho, directo a darse un chapuzón, con su ropita técnica de diseño, su móvil último modelo, sus auriculares inalámbricos y sus bambas nuevas impolutas. Todo él, todo entero al agua. Chopadísimo.

—Bueno—pensó Adela—Es lo que iba buscando, ¿verdad?

Feliz verano, sed felices.

15 jul 2019

Cloud Nothings - Hey Cool Kid .-

Preferir mentira .-


Dispondrá de unos números. Estos le condicionarán en su vida cotidiana.

A saber, se le conceden unos números ya al nacer y tendrá que moverse entre el límite máximo, y un mínimo asignado a ese rango. Ese será su rango. Puede esforzarse en pensar otra cosa, pero usted nace con una clase asignada.

También podrá adquirir números a lo largo de su vida, que le condicionarán, por ejemplo: el número de amantes, el número de propiedades, el número de cenas disfrutadas sin cocinar previamente, el número de ropa utilizada en una temporada, número de hijos, número de amigos.

Todo eso hará que usted entre en una escala u otra, pero siempre dentro de su rango de clase. Se le tratará con mayor o menor respeto en función de su rango de clase, y se valorará más o nada, lo que pueda usted pensar, aportar o crear dentro de su rango de clase, en función de la clase asignada al nacer.

No hay méritos, no hay esfuerzos, no hay nada que usted pueda hacer para salir de la clase que se le asigna.

El único libre albedrío que se le concede durante el proceso, es actuar con soberbia o con humildad. Eso también le asignará a un grupo de sujetos dentro de su clase, que le harán sentir como es o como sueña que es.

¿Le ha quedado claro ya o,  prefiere mentira?

11 jul 2019

Opera Singer - Cake .-

Invertir .-



—Tiene usted la homosexualidad invertida.

—Eso no tiene sentido. A mi me atrae el sexo opuesto.

—Sí, claro, para eso se la educa, pero ¿podría explicarme entonces su interés?

—Mi interés hacia quién.

—Hacia el otro, hacia el distinto. ¿Por qué tanto empeño en el desprecio?

—No me lo había planteado hasta ahora.

—Pues empiece ya, empiece ya. Verá como todo mejora.

5 jul 2019

Songs: Ohia - Farewell Transmission .-

El musicote del gym .-



¿Alguien me puede explicar por qué la sala de máquinas del gym se parece más a una pista de baile ibicenca, que a un lugar de culto al cuerpo, bienestar y salud?

Yo recuerdo que cuando empecé a ir al gimnasio, no había música, tampoco había mucha gente, porque claro, no se llevaba demasiado eso de ir a levantar pesas, y recuerdo que el monitor de sala y yo jugábamos al ajedrez entre una máquina y la siguiente.

Eso era en la facul hace unas dos décadas y media. Ahora que estamos en la era de la subnormalidad, es difícil encontrar un espacio así, en general, en cualquier parte, pero más allá de mi viejunez y falta de adaptación al medio, realmente considero que es un grave problema, para todas, el entrar en un lugar donde ni con cascos puedes obviar la música ambiental.

Si es que se puede considerar música ambiental a esa tralla de golpes de tierra desacompasados que ahora se considera música. Huxley avisó hace mucho de todo esto, pero en lugar de leerle más y tomar medidas, nos hemos quedado pilladas con Orwell y un programa de televisión.

Si la idea de que "la peña que va al gimnasio no tiene muchas luces" ya estaba bastante extendida, ahora os puedo asegurar que es cierta, porque es imposible pensar con semejante jaleo. Las sinapsis se descomponen al compás de música zumba o como se llame ahora. Se rompen las cadenas lógicas de pensamiento, os lo puedo asegurar.

Se rompen tanto, que se llegan a dar casos de bilocación.

Ahí van un par de ejemplos (basados en hechos reales).

DÍA UNO - BILOCACIÓN LUMBARES-HOMBROS:

Y así fue como una mañana, estando yo en la sala con apenas tres personas, termino el calentamiento, y voy para la máquina de lumbares, por empezar en algún sitio. Al incorporarme, veo que la máquina cercana, que es para hacer hombro y espalda, está libre pero con una toallita al lado en el suelo, así como tirada o no.

Según me dirijo hacia allá, un chaval se cruza conmigo directo a la máquina que acabo de dejar. Entonces le pregunto si esa toalla de la otra máquina es suya. A lo que él me contesta que sí, voy la recojo y se la acerco. ¿Y qué me dice?

¿Gracias tal vez? ¿Muy amable? 

No.

El caso es que va y me dice: "Es que estoy en las dos"

A lo que yo le miro y pienso, claro, estás en las dos máquinas a la vez pequeño Schrödinger.

Pero no se lo digo, porque ya no me puedo enfadar, le dejo la toallita de mierda en la máquina en la que está, mientras está en la otra máquina, y me subo a la zona de abdominales, porque total, acabo de empezar, y me queda mucha rutina por delante.


DÍA DOS - BILOCACIÓN PIERNAS-ESPALDA:

Estaba yo terminando mi rutina, me quedaba tan solo hacer un poquito de espalda en una máquina muy concreta, cuando termino la primera tanda y se me acerca un chico que me pregunta:

—¿Te quedan muchas?

—Tengo que hacer tres más y termino—le digo—Podemos ir cambiando si quieres.

A lo que responde:

—Es que estoy aquí y allí—señalando una máquina de piernas que queda un poco más allá.

Le miro la ropa de falso pijales que me lleva y pienso, claro, es normal que no quiera esperar, como debe de estar acostumbrado a soñar con tener su propio gimnasio, le da cosica compartir.

Si me pudiera enfadar le hubiera dicho algo así como: "Te entiendo, yo también tuve mi propio gimnasio solo para mi", pero como no me puedo enfadar, no lo hice, pasé de hacer más máquinas y me fui al remo, que desestresa más y eso. 

Total, que entre la bilocación del personal, la música a un volumen desconsiderado, y el hecho de que tras diez años pidiendo que por favor pongan marcas en el techo de la piscina para saber donde termina la brazada cuando vas de espaldas, bajé a nadar el otro día y que si quieres flores, pues me he dado de baja del puto gimnasio demente en el que estaba, porque hace mucho calor, no me puedo enfadar y este lugar me provoca demasiadas  frustraciones. 

Mejor me quedo en casa a hacer alguna tabla de esas de sudar mucho por tu cuenta, y si vuelvo en septiembre buscaré un gimnasio, más pequeño, más amable y con menos gente sorda por voluntad.

El tema de la música, sé que es compartido, en general, con personas de mi edad.

La bilocación creo que se puede dar, seguro en más de un lugar. ¿No os ha pasado?

Podemos abarcarlo todo, TO-DO, así, con toooodo el morro del universo en nuestro jeto cuántico.

Todo el universo para nosotras solas.
Muy, muy solas, pero con un móvil en la mano.

¿No es fascinante?

Sed felices.

4 jul 2019

Mary Epworth - Me Swimming .-

Posición global .-



No hacen falta manos para acariciarnos.

Tu mejilla junto a mi mejilla

Tu cuello reposando en mi cuello

Tus pechos y mis pechos así cerquita,
se acarician.

Tu vientre y el mío contiguos
desde el píloro hasta el cardias.

Tu muslo en mi entrepierna.

Tu sexo y el mío encajados,
se acarician.

Mi pierna enredada en la tuya.

Mis pies sobre el empeine de tu pies.

Tus pies subiendo por mis corvas,
se acarician.

El lugar en el mundo donde quiero estar.


mi planeta,
mi tierra,
mi hogar.