Llegados a este punto confieso:
Si tu y yo nos entrelazamos
serán las rodillas nuestros ganchos.
Túmbate aquí a mi lado y agárrate fuerte
así
que te vea bien la cara.
Y además informo:
Ya sané todas las heridas de mis abandonos.
Ninguna podrá rozarte.
Para que todo lo que compartamos
sea puro placer.
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