4 nov 2013

La alucinante historia de La Jodecorazones .-



Erasé que se era un príncipe rana llamado Darío, vivía el chico feliz en una pequeña charca de nenúfares plagada, lejos de todo lo humano y lo mundano.

A Darío le gustaba contemplar las estrellas al amanecer, porque así decía es cuando mas bonitas se pueden ver.

A Darío le gustaba también saltar de nenúfar en nenúfar y zamparse las moscas de tres en tres llenando la boca de una enorme sonrisa a su vez.

Era un príncipe feliz en su pequeño reino, todo lleno de sueños por cumplir y futuros que imaginar siempre como posibles, pues nada en su charca pasaba que le hiciera creer que los sueños no se realizaban.

Las criaturas de su charca vivían felices y muy sensatas también parecían. Todo giraba en un mismo sentido, todo seguía el ciclo de la luz solar y los días pasaban tranquilos en aquella pequeña charca rodeada de sauces enormes de largas ramas hacia la charca dobladas.

Todo era bueno y perfecto... Hasta que llegó un día en que una princesa de bellos ojos y dulce sonrisa vino a la charla para encontrar su príncipe azul. Tomó a Darío entre sus fuertes y pequeñas manos y le besó, le besó no para romper el hechizo que tenía al príncipe atrapado en su cuerpo de rana no, le besó para ver si Darío era el príncipe que buscaba.

Así que Darío, nuestro príncipe feliz, de repente se hizo humano, se dio cuenta entonces de lo pequeña que era la charca en la que vivía y de lo grandes que eran sus sueños y futuros por cumplir. Miró a la princesa sonriendo y esta a su vez le miró a él, pero según le miraba le informó:

- No eres lo que estoy buscando. - Y tal como vino se fue, con sus bellos ojos vacíos, con su dulce sonrisa fría como si nada hubiera pasado.

Y dejó a Darío jodido, puesto que no podía volver a su charca ya que tras ese beso se le quedaba muy pequeña y no pudo mas que quedar sentado junto al sauce llorón llorando un montón porque una princesa no sólo le había roto el corazón sino que le había jodido la vida entera por un capricho cualquiera.

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