28 jul 2015
Hacer el Huevo .-
La necesidad absoluta de desaparecer.
Desaparecer de mi, sobretodo.
Dejar de sentirme con las neuronas completamente desintegradas, de calor, de agotamiento y pérdida.
Descansar de los cientos de mensajes, miles de inputs, decálogos de consignas, obligaciones, emoticones, silencios que vacían.
Nos entretienen y nosotros nos aturullamos mal, muy mal.
Aquí, así, no se siente, ni se padece nada. Solo uno y otro y otro click, dedito palante, dedito patrás. Sin tocar nada. Sin tocarnos.
Nos dicen amigos y no nos vemos. Ya ni nos preguntamos cómo estamos, porque pensamos que lo sabemos todo del otro, tras ver una foto. Penoso.
Así nos quieren, aisladitos bien.
Todo el día y cada día más.
Un poquito más cada día, hasta que ya respondes por inercia y no sientes, ni padeces.
Comes y bebes por inercia pero nada sabe a nada, o todo sabe igual.
No queda tiempo para los deleites de ningún tipo.
No queda nada vivo alrededor para deleitarse.
Y sigues y el cerebro se te fríe, pero sigues y ya no sabes.
Dejas de saber tu.
Dejas de hacer sentir tu.
Entonces paras y te vas, te vas muy lejos, llegas al fin a ver si estás por ahí.
A ver si te encuentras y te reencuentras.
Y vuelves a saber.
Y te saben bien.
Descansar, con ese cansancio que cura.
A ver si esta vez, no volvemos.
No volvemos a lo mismo, al volver.
Porque esa sensación de seguir dando vueltas a la misma rueda...pues como que no mola nada.
Feliz y provechoso descanso.
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