23 jun 2015

Correcto Muy Correcto .-



Correcto Muy Correcto, era un niño a ojos de todos, perfecto. Con su pelo bien recortado y la raya siempre hacia el mismo lado. Camisa planchada, limpia inmaculada, pantalón no ajustado con pinza, está claro y zapatos siempre bien atados. 

Caminaba Correcto Muy Correcto, con gran confianza, la cabeza bien erguida, mirando al frente y por supuesto siempre siempre, sonriente.

A Correcto Muy Correcto, le gustaba pensar: que las cosas no iban nunca mal y que haciendo lo que te dicen que tienes que hacer, básicamente, todo te irá muy bien.

Pobre Correcto Muy Correcto, no quería saber, con todo lo que sabía, que las normas son mandatos que otros imponen en nuestras vidas, para controlarnos nada más. No para cuidarnos. Qué va.

Correcta Muy Correcta, era sin duda para todos, la chica ideal. Alta, en su peso, con porte bien tieso, elegante en cada movimiento. Cumplía Correcta Muy Correcta, de todas todas, los cánones marcados por la sociedad. Sin excesos. Sin malos gestos. Cuidando cada palabra, en cada momento.

Aunque había algo que nadie sabía, y es que a Correcta Muy Correcta, lo que más le gustaba, de verdad, de verdad, era pasar el día en casa tirada, sin tener que pensar en agradar. Eso...La dejaba un poco aislada...Como podéis imaginar.

Un corto corto día. Uno de esos días automatizados, en el que sales de la cama y vuelves a ella, como si nada hubiera pasado, Correcta Muy Correcta, como cada tarde a las seis, fue a esperar el semáforo ponerse en verde, para pasar al otro lado. Lado donde con Correcto Muy Correcto, siempre a las seis, se encontraba, y ambos, claro, tan correctos, se saludaban allí, justo en el centro del cruce cruzado. 

En ese momento de seis, ese día algo pasó, ahora veréis. 

Correcto Muy Correcto, de modo inesperado, se saltó el rojo de peatón, llegó corriendo frente a Correcta Muy Correcta y de un tirón, se la llevó hacia el pecho y luego al suelo la tiró. 

Entonces, el también, sobre ella justo cayó.

Correcta Muy Correcta, por un momento, no entendió nada y ante tal agresión, a Correcto Muy Correcto una bofetada le dio. Zas, así, en plena cara. Cara que Correcto Muy Correcto giró, justo para observar, como un enorme tren descarrilaba, ahí donde Correcta Muy Correcta, hacía tan sólo unos segundos, esperaba de pie parada. 

Correcta Muy Correcta, al escuchar el estruendo que siguió, tomó la mejilla enrojecida de su salvador y dijo:

- Perdón no lo vi.- Luego sonrió.

- No hay nada que perdonar. Perdóname tu a mí, por el susto que te di.- respondió Correcto Muy Correcto, al tiempo que se incorporó y ayudó a levantarse a Correcta Muy Correcta, quien esta vez, un beso en la mejilla le plantó.

- Gracias- susurró Correcto Muy Correcto. Rojo el ahora, de cabeza a píes.

- Gracias a ti. - asintió Correcta Muy Correcta, mientras ponía hacia el otro lado el pelo de su saludado, que con el golpe y el bofetón, se había despeinado.

Esto en secreto, era algo que ella, siempre había deseado hacer.

- Igual es un principio. Le cojo el punto y lo convierto en vicio.- Rió aliviado, Correcto Muy Correcto, quien tras mucho tiempo de ver a Correcta Muy Correcta y quererla besar, aprovechó el momento, para darle al fin, ese beso de seis ahogado.

- Igual los vicios, no están tan mal.- Guiñó Correcta Muy Correcta, feliz como nunca.- Y le volvió a besar.

Esto es así, bueno es saberlo: 

Si te saltas un rojo, rojo te acabarán viendo.

Pero, no hay que seguir las normas, así sin más. 

Las normas no están bien siempre.

Así que, si ves que el tren, va a descarrilar, mejor saltarlas.

Una y mil veces.


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