20 nov 2018

Pájaro Insecto.-


Joyita cedida por Mr. Graffito.


Se supone que el más grande es el más fuerte, el que debería ocuparse del frágil, para así poder vivir todos con cuidado y responsabilidad. Sin embargo, muchas veces el frágil, por su condición desfavorecida, sabe sobrevivir mejor a las circunstancias de la vida.

(Ya podréis imaginar que siendo frágil la vida te afecta más y hay que sobreponerse más a menudo).

Había una vez un gorrión bueno en esencia y de gran corazón. Su mirada caía hacia los lados como si aún no hubiera despertado. Sus alas aunque fuertes no eran lo suficientemente ágiles para hacerle volar más allá de las ramas del árbol en el que quería descansar y es por eso que su cuerpo se había redondeado de forma tal, que a veces no sabías si era un pájaro o un balón lo que por el cielo veías cruzar.

A este gorrión le gustaban (como no) los gusanos y las larvas, pero nunca encontraba demasiadas. Vivía en un pequeño parque de ciudad donde había un lago al que apenas podía bajar, salvo de noche, no antes, puesto que el resto del día transeúntes y "pedaleantes" hacían bien complicado volar bajo y resguardarse.

Su vida, pues, era bastante monótona, veréis: a las seis de la mañana despertaba, con poca hambre porque cenaba muy tarde. Bajaba al agua, picaba y al árbol volvía a dormir. Así un día y otro día y otro día. Esa monotonía no le sentaba muy bien. Empezaba a olvidar cosas esenciales como beber si tenía sed o cerrar los ojos cuando tenía sueño.

En una noche tranquila tras un día de lluvia vacía, esa lluvia que no moja sino que cae como miel sobre hierba y lo deja todo un poco lleno de arcilla. Nuestro Gorrión se aventuró a dar saltos por la orilla a ver si esta vez al menos alguna lombriz salía.

Como muy hábil no se sentía y de visión lateral ya hemos dicho que carecía, Gorrión dio a topar con su pico con algo alargado y durito que bien podría ser un palo, pero no, era un bichito.

- ¡Un momento! - increpó el bicho-insecto.- No me comas, por favor. He tenido un día infecto. La lluvia mi ala rompió y acabar devorado haría sin duda de mi día, el peor.

Gorrión tardó en entender qué pasaba y de dónde el grito le llegaba, pero doblando su ala la cabeza giró justo para que su ojo izquierdo diera con su interlocutor.

- ¡Oh! vaya, perdona. Igualmente te iba a dejar. Prefiero cosas más blandas porque ya tengo una edad. ¿Sabes?

- No muy bien, sinceramente. Para mí, comer no tiene demasiado inconveniente, pero agradeceré el gesto alegremente.

Se miraron. Los microscópicos ojos de Insecto se clavaron en la pupila izquierda de Gorrión y sin hablar se hablaron.

Y Gorrión preguntó:

-¿Estás bien?

-Estoy vivo. Que ya está bien.

- ¿Y tú?

-Pues, no lo sé. Últimamente olvido. No sé. Tengo la sensación de que se me está borrando la memoria.

-Podemos hacer una cosa. Se me ocurre.

-¿Es hermosa?

-Tal vez. Mira, ahora que tengo un solo ala no voy a poder volar y como insecto me va a resultar difícil aguantar, pero si me ayudas con eso mi memoria es muy eficiente. Podría hacer de Lazarillo para tu mente.

-Esto me suena muy bien ciertamente. ¿Cómo te puedo ayudar?

-Llévame en tu cabeza.

- Estar en mi cabeza es algo complicado, sobre todo para mí. Y a veces creo que la perderé. No me quedará memoria para todo lo que sé.

-Haremos un juego diario, ya verás. Se trata de relacionar.

-Y si me olvido de ti. ¿Qué pasará?

-Es imposible. No ocurrirá. Porque haremos un vínculo emocional. Eso no se olvida nunca jamás. 

Y comenzaron:

Árbol Lago

Crisálidas Larvas

Pájaro Insecto

No hay comentarios: