17 jul 2018

Julio es un bonito nombre para una sauna .-



Julio en Barcelona es como vivir en una sauna enorme y repleta de sorpresas.

Paseas y el calor que desprenden los locales es de tal intensidad que creo que en un breve recorrido de cinco minutos puedes llegar a perder entre uno y cinco kilos, dependiendo de la estrechez de la calle y la cantidad de locales (restaurantes, tiendas, bares, etc.) que encuentres en tu camino.

Porque tiene todo el sentido del mundo encender un cacharro que genera un calor insoportable cuando hace un calor insoportable.
Como mirar el móvil porque te sientes solequer.

¡Sí!
Eso es evolución, tecnología y bienestar.

Pierdes agua, sales minerales y funcionamiento cerebral.
Un gustazo, vamos.

Sales de casa recién duchadita uno de esos días en los que puedes salir de la ducha sin sudar (que aquí pasa). Bajas a la bodega guay de tu barrio, que es guay entre otras cosas porque no tiene aire acondicionado sino las puertas abiertas de par en par con corriente fresquita desde el patio hasta la calle (lo normal), y en el trayecto has perdido kilo y medio sudando como si no hubiera un mañana. Kilo y medio que recuperas en la tarde de quintos con los amigos. No os flipéis, el efecto es efímero. Como casi todo lo que pasa en verano.

Hablando de ducha. ¿No os pasa que al abrir a tope el agua fría ahora con el bochornazo os llega como recién salida de un volcán en plena erupción? Esa sensación de "estoy tan empanada que he puesto la caliente" mirar y ver que no, que está a tope de frío el regulador y aquello no tira, no tira, no tira, hasta que renuncias al placer de la ducha fría y justo un segundo antes empieza a templarse el agua. 

¡Qué cosas tiene esta ciudad!
Todo cuesta un huevo, hasta ducharse.

Y hablando de cosas que cuestan un huevo. Ahora que tengo la desventura de trabajar donde las cosas son absurdas y caras. Creo que existe un plan maquiavélico relacionado no solo con el calor sino con el olor que desprenden los locales. Yo, que no soporto nada artificial y menos un perfume, tengo que verme agredida olfativamente por seis tipos de "perfumes diseño" en un recorrido de apenas cien metros. 

Es alucinante. 
Las tiendas huelen a cosas que no son ropa. 
Las panaderías huelen a cosas que no son mantequilla. 
Las cafeterías huelen a cosas que no son café.
Hasta las floristerías huelen a cosas que no son flores. 

Y yo me mareo mucho cada mañana y ya no sé si es por el calor, el madrugón, el perfume o la falta de azúcar.

En fin, Julio: la unidad derivada del Sistema Internacional utilizada para medir energía, trabajo y calor. Mucho calor.

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