2 nov 2017

La chica que sabía esperar .-



Había una vez una chica sentada, con la barbilla en su mano derecha apoyada, las cejas sobre sus gafas siempre levantaba, mientras su frente un poquito más se arrugaba. 

Las personas al pasar frente a ella, como un susurro, como un agua sin fricción, a penas en ella reparaban. Aunque había veces en las que se acercaban y le preguntaban:

- ¿Qué haces aquí tan callada?.

- Esperar.

- Esperar ¿el qué?.

- Estoy esperando, simplemente.

La respuesta como veis no estaba catalogada, por lo que ninguna conversación provocaba y sola la chica quedaba allí sentada.

Así un día. Y otro día:

- ¿Qué haces aquí tan callada?.

- Esperar.

- Esperar ¿a quién?.

- A ti, por ejemplo. (Sonreía)

Y algún mal entendido que otro de esa respuesta se desprendía.

Es lo que tienen, las respuestas enlatadas, que aunque las pronuncies con toda la verdadera intención, ya no se interpretan más que con la razón (equivocada).

Y otro día.

- ¿Qué haces aquí?.

- Esperar.

- Esperar ¿por qué?.

- Porque es lo que quiero hacer.

Esta respuesta sin duda, era la menos valorada, puesto que donde vivía esta chica cada segundo contaba y la espera se consideraba una gran pérdida de tiempo. Esperar era algo incuestionable, incomprensible, irracional y completamente desconcertante.

Lo que nadie sabía, y seguro vosotros sabéis, es que mientras ella esperaba, un montón de cosas en su vida pasaban a la vez.

El tiempo además, se paraba en el mismo instante y lugar. Eso es una ventaja cuando esperas, si es que sabes hacerlo bien.

Nuestra chica conocía cada día a alguien nuevo, poco, porque los humanos se conocen poco, pero a base de pequeños detalles, conseguía entenderlos, cada vez mejor.

Y otro día más.

- ¿Qué haces aquí?.

- Esperar.

-  Esperar ¿para qué?.

- Para verte llegar. (Sonrió)

Y esta vez algo pasó, la sonrisa tuvo una respuesta y junto a ella ese alguien se sentó, le hizo un gesto cómplice y allí también quedó esperando, dejando que se parara su tiempo, en el mismo instante y lugar, por el mero placer de hacerlo, junto a la chica que sabía esperar.

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