20 nov 2017

Flojito Muy Flojito .-



Flojito Muy Flojito era un niño muy blandito, por fuera y por dentro, pues todo su gran cuerpo parecía un enorme almohadón y en su interior latía un bellísimo corazón.

-"Así aunque sea muy grande, daño a nadie le podré hacer" - Se decía. - "pues si tropiezan conmigo en mi cuerpo rebotarán y daño nunca se harán".

Se preocupaba mucho por eso, porque al ser tan enorme todos con él querían pelear, como si con la fuerza se pudiera probar algo distinto a ser un animal.

A Flojito Muy Flojito no le gustaban nada las peleas, ni la violencia, ni las riñas.

-"Pues discutiendo tan sólo se pierde mucho, mucho  tiempo y lo que es peor, perdemos ahí la energía para mejorar las cosas que nos disgustan de la vida.".- decía Flojito Muy Flojito mientras se calzaba sus grandes botas de agua, pues iba a salir y afuera hoy llovía.

Flojita Muy Flojita era una niña muy chiquitita, que podría parecerte muy frágil en una primera mirada, pero no era así, pues ya sabes bien que las apariencias engañan.

A Flojita Muy Flojita no le gustaban nada las imposiciones, ni las obligaciones, porque no entendía tener que hacer las cosas si no comprendía las razones. Eso le hacía llorar de manera permanente, por eso frágil y débil la veía la gente. Más no era así, pues no hay mayor debilidad que no querer cuestionar las normas que imponen los demás.

Un largo, larguísimo día. Un día de esos en los que duermes más de diez horas seguidas y aunque te despiertas descansado el tiempo transcurre lento casi parado. 

Cogió Flojita Muy Flojita su gorro y su abrigo impermeable y salió a pasear por el parque, pues una de las cosas que más feliz le hacían era pisar las hojas mojadas que en otoño de los árboles caían. 

Cuando Flojita Muy Flojita iba a cruzar la calle, llegó Flojito Muy Flojito al semáforo y la miró. Con unos ojos enormes, como su enorme corazón, quedó prendado de ella porque tenía un gorro molón. 

- ¿Necesitas algo? .- preguntó Flojita Muy Flojita que no entendía muy bien por qué ese chico le miraba tanto ... la cabeza.

- Estoy bien, gracias.- respondió Flojito Muy Flojito, que un poco tímido continuó. - Sólo quería decirte que...

El semáforo en verde se puso y ninguno de los dos cruzó. Se quedaron mirándose confusos, pues algo les pasaba, pero no sabían qué extraña fuerza ahí parados les dejaba.

-...Me gusta mucho tu gorro. ¿Lo has hecho tú?.- terminó Flojito Muy Flojito, al tiempo que acercaba su dedo despacito para tocarlo.

- Es un regalo de mi mejor amiga.- respondió Flojita Muy Flojita, quien confiada dejó que Flojito Muy Flojito su gorro tocara. Ese gesto le gustó así que sonrió.

Flojito Muy Flojito también sonrió.

El semáforo que daba al parque de nuevo se abrió, la lluvia de repente apretó y nuestros dos protagonistas mirándose todavía, cruzaron sus manos y cruzaron la calle, llegaron al parque y se resguardaron bajo un pequeño techado debajo de un sauce.

- Es genial tener una mejor amiga. Tienes mucha suerte. ¿Y si seguimos hablando aquí mientras esperamos a que escampe?.

- A mí es que me gusta mojarme.- dijo Flojita Muy Flojita.- pero si quieres puedes acompañarme.

Así fue que Flojito Muy Flojito conoció a Flojita Muy Flojita un día de esos de lluvia en los que te despiertas descansado y el tiempo pasa lento, lento y  lo disfrutas como si estuviera casi parado.

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