Dar muchas volteretas, de un lado a otro del pasillo, desde la cabina hasta el timón.
Tocar el cielo con los dedos y teñirnos las palmas de azul.
Coger el autobús, entre las dos manos y alzarlo en alto.
Tomar un barco, con leche y dos de azúcar gracias.
Subir las montañas, complicadas de levantar, pero...¿quién dijo imposible?.
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