19 jul 2016

Chica pendular .-




Chica pendular, era una chica que bailaba al andar. Sus pies planos y piernas patizambas, la hacían balancear de un modo tal, que a cada paso que daba, parecía que caía un poco, pero era esa su manera de avanzar.

Chica pendular, era coqueta y tal, una chica risueña con pelazo largo total, al que atusaba cada mañana como tres cuartos de hora, tres cuartos de una hora, que alargaba hasta media más, para que al andar éste le acompañase en su ritmo pendular. Melena al viento, cuando caminaba, parecía que ondeaba y más que una calle para pasear, necesitaba una avenida, puesto que de un lado a otro con gran distancia su pelo iba y volvía.

Pero Chica pendular tenía un tema, un verdadero problema. Y no, no era su enorme melena.

Chica pendular no tenía olfato y por eso sentía que ella olía mal, así que un bote de colonia, muy fuerte, se rociaba cada mañana al levantar.

Un bote entero, gigante, que encima era de un intenso aroma asfixiante. 

¿Os lo podéis imaginar?.

Para que os hagáis una idea, un día fue al Zoo y nadie olió otra cosa que su intenso y artificial olor. 

Todos de su lado se apartaban y Chica pendular lo achacaba a su forma de pasear.

- Será que piensan que les voy a arrollar.- decía, mientras su perfume por el Zoo esparcía.

Pelo oscilando, de un lado a otro su cuerpo exhalando el perfume mortal, que llenaba las jaulas de un olor, que unido al calor era algo infernal.

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Sola.

Se quedó sola en el Zoo Chica pendular, tirando cacahuetes al orangután.

Cuando se dio cuenta, se tuvo que sentar y justo cuando dejaba caer su larga melena hacia los pies, una voz grave le dijo:

- No sé a qué hueles, por eso no sé qué eres. 

Chica pendular se recompuso, y con un golpe de nuca, el pelo fuera de la cara puso. Su cara asombrada se quedó mirando atontada al orangután que hablaba.
(Quien por cierto estaba hartito de cacahuetes ya).

- Ven. Acércate .- le dijo .- Y huéleme.

Chica pendular así lo hizo.

- ¿Qué es?.

- No sé, tengo el olfato fatal. 

(- Eso ya lo puedes jurar - pensó el orangután.)

- Cacahuete y miel diría. 

- MUY BIEN!!! Pues eso me gustaría de ti también saber.

- ¿Por qué?

- Para conocerte bien.

Y así comprendió Chica pendular, que no era su forma de trotar, sino su manera de esconderse tras un perfume permanente, la que la dejaba tan escondida, tan oculta totalmente, que no es que con ella no quisieran estar, es que nadie la veía, ni la olía jamás al pasar.



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