24 may 2019

El imbécil de la bici .-




Hay un paseo en Barcelona que necesito semanalmente para calmar la cabeza, me gusta subir a Collserola en el ferrocarril y bajar luego andando hasta casa.

Es mi paseito de buen rollo. Algo así como, un ritual sagrado.

Como vivimos todavía en la sociedad de la prisa y el ensimismamiento, el trayecto se comparte con estúpidos personajes fluorescentes que bajan la colina a toda tralla levantando polvo en sus bicicletas super guays, porque se ve que lento no se puede bajar, por lo que sea. 

A parte de personas fluorescentes que van deprisa por el parque, por la playa y también por el monte, porque parece ser que pasear, pues como que no sienta tan bien.

En fin. A lo que iba. Ayer en la zona del funicular que te sube al camino de les Aigues, estando ya cerradas las puertas, el funicular bastante lleno, carrito de bebé en la entrada incluído. Va y llega un hombre escrotado, el típico calvo gilipollas, muy bien vestido con su blazer y sus gafas de sol caras de cojones, y aún habiéndose avisado ya de que el trayecto comenzaría, le da al botón, abre las puertas, y pasando olímpicamente del carrito de bebé, intenta entrar en la cabina, con su bici nueva de diseño total, muy molona color gris cromada, ultra fetén (lo cual indica que en la cama este calvo no vale una mierda, pero eso ya es otro tema).

Este hombre, este, es con el que se querrá acostar la persona a la que quiero actualmente, preferirá que cualquier ser escrotado comparta con ella su tiempo y su vida, antes que yo, y eso, me está poniendo de muy mala leche. Y entre esa estupenda noticia, y el final de GOT, llevo una semana en la que quemaría a todos los seres escrotados del universo, pero intento obviar mis frustraciones femeninas, y dejar que el mundo ponga a cada uno en su lugar. Eso pasará algún día. Lo sé.

El caso es que no dije nada, y nadie dijo nada, y todo el personal del funicular tuvo que recolocarse y apretujarse, para que el calvo de los huevos, subiera con su bici suple falo en ese viaje, porque el hombre no podía esperar cinco minutos, y le importaba un pito molestar a todo el mundo, abuelita entrañable con bebé y carrito incluida.

Total, que llega mi parada, y fíjate tú por dónde, el imbécil no era de los que pretendía bajar a toda leche la colina, para decir luego que hace ejercicio, sino que subía hasta el final del trayecto, así que cuando tuvimos que bajarnos los cinco que queríamos dar el paseo hasta la ciudad, ¿creéis que se molestó en facilitarnos el paso?

Venga va, un tipo así. ¿Qué hizo al ver que la gente se escoraba para poder salir, porque su mierda de bici impedía el paso? 

NADA. NA-DA. Porque eso es lo que hacen los tipos escrotados, NADA. No hacen nada, pero lo merecen todo en esta vida (de los cojones).

Y yo, que ya tenía muy inflamado el hígado, no pude evitar preguntarle, seguramente con mi tono madrileño de atasco a las ocho de la mañana, que ¿qué le parecería salir y volver a entrar? 

Y él, que por lo que sea solo hablaba en la lengua de la comarca, me dijo algo así como que: "Si me lo dijeras".

Así que rápidamente le expliqué que eso mismo le estaba diciendo.

Y él, respondió tal cual que: "Claro, es que hay que pensar". 

A lo que yo ya le increpé: "Sí, hay que pensar sí. Sobretodo en los demás".

Y se cerraron las puertas (menos mal) y el imbécil siguió camino con un funicular, espero, repleto de personas conscientes de la magnitud de la zona escrotal del individuo, y del poco riego que circulaba por su calva de los huevos.

Ay, ojalá alguien más le hubiera dicho algo, pero aquí, en este país, nadie dice nada. Nadie se comporta como en casa. Nadie te manda a la mierda (con razón). Se desahoga, te dice lo imbécil que eres, te hace qué pensar, te ayuda a ser mejor persona, y sigue con su vida y tú con la tuya.

Aquí todo el mundo está de un contenido que me enferma. No lo puedo soportar.

Porque yo también estoy hasta los huevos, pero como soy mujer y no estoy en casa, no lo puedo demostrar.

Y es frustrante. Estoy muy cansada. En fin.


Sed felices.

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