Tenía en el asiento de al lado a su hombre deseado. Pero no le vio.
No reparó en sus ojos oscuros brillantes, ni en sus grandes y cuidadas manos, ni en la sonrisa amable que le dedicó al dejarla pasar a su asiento junto a la ventanilla.
No se dio cuenta de su presencia.
Obvió completamente su olor, el calor que desprendía su cuerpo, su porte.
Nada.
Estaba demasiado ocupada buscando al hombre perfecto en la red de contactos y no podía separar su vista ni sus sentidos del terminal.
Tan sólo sentarse en su asiento lo antes posible y seguir buscando.
Seguir buscando.
Next. Next. Next.
Próxima parada.
Stop.
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