7 mar 2019

Un ser absoluto .-




Era el animal más perfecto que habitaba en su planeta.
Ni plantas, ni peces, ni otras especies
podían alcanzar semejante complejidad.

Su inteligencia y belleza eran tan extraordinarias,
que no tenían comparación, como podrás comprender,
salvo, tal vez, con el Sol, en el Océano, al atardecer.

Disponía este animal de una sensibilidad tal,
que podría disfrutar de las cosas más mundanas.
En el sexo, sobre todo, hasta diez veces más
que cualquiera en su lugar.

Este animal absoluto,
tenía el don, además,
de crear vida mortal, tanto de su propia especie,
como de otra, un poco diferente.

Pero en su mundo había normas,
creadas por la otra especie,
que sometía a este ser,
a servirle y protegerle.

No gozarás, le dijeron.
Vivirás siempre con miedo.
Miedo de un inferior,
ser violento, aterrador.

¿Cómo agradecer la vida a otro animal diferente?
¿Cómo evitar que te deje un ser libre ciertamente?
¿Cómo contener la ira de un ser superior a ti?

Encerrándolo. Degradándolo.
Menospreciándolo siempre.
Haciendo de él una cosa,
no un ser que siente y padece.

Así lo hemos hechos siempre.

¿Te imaginas ser mujer y no rebelarte en un mundo así?

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