El Señor Laugh tenía una gran suerte y es que todo lo que pasaba le hacía reír muy fácilmente. Ya fuera un acierto o un fracaso, para los demás, al Señor Laugh le daban siempre ganas de carcajear sin parar.
- Pues cuando a los demás les gusta, entonces es un acierto, y si les pasa algo no esperado, se consideran unos fracasados.
Menuda patraña .- reía sin parar el Señor Laugh.- Aquí todos preocupados y no ven que les engañan.
Mucha razón tenía, y es verdad, que en la vida no fracasa más que quien de equivocarse pasa.
Su buen humor y talante le llevaban a entrar bien en todas partes.
- Qué majete es el Señor Laugh, que donde quiera que va, hace reír sin parar hasta al mas petulante.- Decían de el sus vecinos, incluso algunos desconocidos.
Más había algo que los demás no sabían, y es que el Señor Laugh reía por convicción, más había cosas que en realidad le entristecían, un montón.
- Mejor tener arrugas en los ojos, que andar siempre con cara de enojo.- se reía el Señor Laugh, mientras ponía sus barbas a remojar.
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- Mejor tener arrugas en los ojos, que andar siempre con cara de enojo.- se reía el Señor Laugh, mientras ponía sus barbas a remojar.
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