20 may 2019

Pájaro que pensaba que hablaba solo, pero no .-


Joyita cedida por Mr. Graffito.


Había una vez en una montaña lejana, un pájaro que vivía llevando una vida espartana.

Comía poco, apenas unas semillas y unas pocas bayas.

Y pasaba el día mirando el horizonte, pensando y pensando en cómo vivirían otros pájaros en otros montes, pues él se sentía eremita, pero sabía, porque a veces otros cantos le decían, que otros de su misma especie viven en comunidad, y suelen incluso compartir refugio, nido y hogar.

¡¡Qué cosas!!se decíaCompartir nido, con lo bien que se está simplemente durmiendo de pie en un árbol bien erguido.

Así esle decía lo que él llamaba su voz exterior.

Porque pensaba nuestro pájaro que tenía una extraña conexión con su yo de tal manera que, cada vez que decía algo en voz alta, una voz sobre su cabeza le daba la razón. Siempre, siempre, le daba la razón.

Eso puede ser muy bueno y no tan bueno a la vez, puesto que sin oposición, uno hay veces que se puede perder cosas. 

Viviendo en un mundo redondo hay que mirar las cosas con perspectiva, y por todos los lados posibles, no siempre de frente, porque si siempre miras de frente solo verás un lado, y la gran mayoría de las cosas son redondas. Tú, por ejemplo.

El caso es que, este nuestro querido pájaro no sabía que esa voz exterior que tenía en su cabeza no era suya, sino de una mariquita que fue a caer allí un día en el que llovió muchísimo. 

Quedó allí, y luego no pudo volver a volar, así que hizo una relación un tanto simbiótica con el pájaro, y como era muy tímida, nunca le hizo conocedor de su existencia.

Así que si pájaro decía: "Cuánto echo de menos ver a otros pájaros".

Ella asentía con su vocecilla: "Yo también".

Si pájaro anunciaba que tenía un poco de hambre, ella le confirmaba que comer sería agradable.

Y cuando pájaro daba las buenas noches, ella las buenas noches le daba.
(Esto último era casi una conversación, dadas las circunstancias).

Cuán solo se puede estar si no nos mostramos a los demás. ¿Verdad?

Así pasaron meses, hasta que llegó un día de primavera en el que empezó a llover mucho, muchísimo. El agua caía con una fuerza inusual.

Pájaro, que además de estoico, tenía una mariquita en la cabeza, no notaba demasiado el diluvio desaforado, así que pensó en quedarse en su rama sin buscar más protección, y así lo dijo.

Sin embargo, si había algo que aterrorizaba a nuestra mariquita era el agua, que ya la dejó incapaz para volver a volar, y esta vez, amenazaba con poderla incluso ahogar. 

No, no. Hay que resguardarse. Este goteo es demasiado pesado y constantedijo, contradiciendo a su amigo por primera, primera vez.

Lo dijo tan alto y con tal desesperación, que pájaro no sólo se asustó (un poco), sino que de repente de su presencia fue consciente.

Pero, ¿qué haces aquí arriba? ¿Te encuentras bien?

Por favor, resguárdame y luego te lo contaré.

Pájaro así lo hizo. Lo primero es lo primero, luego ya vendrán las explicaciones.

Entró en el interior del árbol por un alargado agujero, y ofreció su ala a su mariquita para que bajara.

Se miraron a los ojos por primera vez. 

Y por primera vez se escucharon.

Así fue como nació entre ellos una amistad muy fuerte.

Ya no se supieron solos nunca más. 

Compartieron refugio, nido, semillas y bayas.

Pasaron el tiempo juntos muy felices y aprendieron a ver el mundo con todos sus matices.

Imaginaos qué desastre si no hubiera llovido nunca en ese lugar.

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