17 jul 2013

Pequeño muy pequeño .-



Pequeño muy pequeño, pasaba su vida mirando hacia arriba. Donde todos eran o creían que eran o creía pequeño que eran: mucho más altos, mucho más guapos, y mucho más importantes que él.

Así que siempre se veía pequeño, muy pequeño. Sentía la creencia de su pequeñez, desde su más temprana niñez. Por eso se movía con el cuello en alto, buscando a quien le ayudara a ver el mundo desde un punto más exacto.

Pequeño muy pequeño, pasó mucho tiempo esperando, a quien le enseñara eso que todos los demás parecían disfrutar y él creía, que por pequeño, no lograría alcanzar.

Oh!! Cuánto se equivocaba.

Pues es sabido y está bien saber: que nuestra vida, la hacemos nosotros a nuestra medida. Puede ser espléndida, tremenda tal vez, todo depende de cómo la quieras tu ver.

Pequeña muy pequeña, era una niña muy dulce y muy tierna, a quien todas las cosas le importaban y por eso sobre ellas cantaba, con su voz pequeña, muy pequeña, pero nadie la escuchaba, porque siempre llevaba la cabeza agachada.

Un buen buen día. Un día de esos en los que despiertas descansado con la primera luz del día. El Sol brilla sin quemar y el cielo despeja las nubes, según le ve pasar. Un día de esos en los que todo parece que encaja a la perfección, como en un reloj de cuerda bien engranado.

Pequeño muy pequeño bajó al mercado y allí se topó con Pequeña muy Pequeña. Se topó con ella, así es, pues como siempre estaba mirando hacia arriba, no la vio, hasta que con ella chocó. Momento en el cual Pequeña muy pequeña, levantó a su vez su cabeza y sorprendida, por ver un cuello girado hacia el cielo, le preguntó:

- ¿Por qué miras hacia arriba?.

Pequeño muy pequeño, se quedó sorprendido, puesto que nadie mirándole directamente, se le había nunca dirigido.

- Para ver lo que los demás miran .- respondió extrañado.

- Y ¿por qué te interesa tanto lo que vean los demás, si sólo lo que ves con tus ojos te debería interesar?. Además .- pensó pequeña volviendo a agachar la cabeza.- lo que importa es lo que tenemos en el suelo, no vayamos a tropezar, pero el cielo, por mucho que lo mires, no lo puedes alcanzar.

Pequeño muy pequeño, no supo entonces qué contestar, giró su cabeza hasta que esta quedó frente a la de Pequeña Muy Pequeña, y mirando a su precioso rostro y sólo pudo decir:

- Tienes unos ojos verdes muy bonitos. 

Pequeña Muy Pequeña sonrió, un poco más esta vez y después respondió:

- Gracias, nadie los había visto.

Y fue así que Pequeño Muy Pequeño se hizo grande también sonriendo y agachó su cabecita de pura timidez.

Por una vez, la primera vez, Pequeño Muy Pequeño se hizo dueño de su vida tal y como era.

Perfectamente pequeña.

Muy muy pequeña.

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